Docente Decente es aquel que, con su Magisterio, da plenitud al término latino "auctoritas"; es decir, el que sabe, el que sabe hacer, el que sabe hacer aprender y, además, es un ejemplo moral. Y, todo ello, haciendo que sus discípulos reciban la enseñanza que les hace aprender con el mayor agrado, disfrutando, quedándose con ganas de volver a clase, cuando éstas han terminado; a diferencia del que no lo es, cuyo falso magisterio le relega al triste papel de simple "lector de libros de textos", que propicia que se dé una "enseñanza versus aprendizaje".

El Docente Decente organiza su aula como una microsociedad que favorece las interrelaciones personales, con un buen clima social, de aula y de aprendizaje; facilitando el aprendizaje mediado, autorregulado y colaborativo (cooperativo + participativo), aprovechando el bagaje de sus discípulos, para que la enseñanza no les sea ajena (bien por proyectos, con rincones y talleres, o de otras formas que bien sirvan); no como la tradicional "aula del cogote", en la que, tras muchos años juntos, sentados en filas, uno detrás de otro, los alumnos sólo acaban conociendo la geografía del cuello de sus compañeros; donde no pueden hablar o moverse, porque no les está permitido y donde deben repetir "mantras" que no comprenden y les resulta imposible asimilar, porque carecen de significado para ellos, y, además, que olvidarán al poco tiempo, sin haberles servido de nada, después de tanto esfuerzo.